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Lecciones de Confianza
27 Febrero 2020
El futuro del amortiguador pasa por su adaptación a los nuevos retos de la movilidad, como en el caso de desarrollos de amortiguadores que recuperan la energía producida cada vez que el coche pasa por un bache o realiza una curva. En ello y en la fabricación de amortiguadores que se adapten de una manera más rápida y fiable a las condiciones de la carretera sin perder el confort de los ocupantes del vehículo son algunos de los aspectos en los que se está centrando el esfuerzo de la labor en I+D+i de los fabricantes de este tipo de componente, aseguran desde ‘Elige calidad, elige confianza’ (ECEC), iniciativa liderada por fabricantes de componentes de automoción de primer nivel.
“Hoy en día, las nuevas tecnologías, los nuevos actores en el mercado y los nuevos modelos de negocio influyen en toda la industria automotriz”, aseguran desde ECEC, y destacan que, en este sentido, algunas compañías especializadas en la fabricación de este componente consideran que, para responder a este contexto, los componentes individuales, de forma aislada, “no son suficiente”. Así, según la iniciativa, muchas compañías orientan sus trabajos a la combinación optimizada de componentes en sistemas, en el caso de la amortiguación, en el sistema de chasis. Estos sistemas incluirían, por ejemplo, el soporte de futuros conceptos de movilidad para dinámica lateral, longitudinal y vertical, una plataforma altamente flexible y modular, así como un e-drive integrado, a partir de la combinación inteligente de varios sistemas activos y semiactivos que identifican de forma predictiva y resuelven los movimientos adversos de la carrocería del vehículo. Con ello, dependiendo de la situación de conducción, aumenta la seguridad y la comodidad de los ocupantes, y también alivia al conductor, especialmente en el tráfico de la ciudad.
De este modo, mirando al futuro, la amortiguación seguirá siendo un componente crucial de la movilidad como una interfaz indispensable entre la carretera, el chasis y el conductor.
Seguridad: amortiguación y frenadoDesde ECEC también inciden en la importancia del buen estado de los amortiguadores para un correcto frenado durante la conducción. Y es que los amortiguadores, como parte del sistema de suspensión del vehículo junto con los neumáticos y muelles, son los responsables de mantener el vehículo en contacto permanente con la carretera. “Un solo amortiguador desgastado puede aumentar la distancia de frenado hasta 2 metros”, apuntan desde la iniciativa, “lo que diferencia una frenada segura de un posible accidente”. Este aumento de la distancia de frenado se debe a que, al frenar, por la inercia de la velocidad y el peso del vehículo, los amortiguadores desgastados no estabilizan la carrocería. Esto provoca que los neumáticos pierdan el contacto con la carretera y se produzca una disminución de la tracción y el control, ocasionando que la distancia de frenado sea mayor.
En términos generales, con unos amortiguadores en mal estado, la distancia de frenado aumenta hasta un 20 por ciento, dependiendo de la velocidad, de los sistemas del vehículo y del pavimento. Esta distancia puede llegar a alcanzar los 6 metros en velocidades de hasta 80 kilómetros por hora.
Así, la seguridad en la conducción se ve afectada, y de forma más acentuada, en condiciones climatológicas adversas, como puede ser conducir con lluvia. Si los amortiguadores están en mal estado, los muelles rebotarán después de cada bache, lo que acentúa la pérdida de control y propicia que el agua de la lluvia se interponga entre las superficies del neumático y el asfalto, lo que reduce o anula la adherencia del neumático a la carretera y hace que la dirección se vuelva inestable. Este efecto, sumado a la velocidad, bastará para hacer flotar un coche sobre las ruedas, produciéndose el fenómeno físico ‘aquaplaning’.
Para evitar situaciones que afecten a la seguridad, el conductor debe prestar atención a determinados síntomas que indican que es necesaria una revisión de los amortiguadores: si se perciben oscilaciones al conducir; si se observan manchas de aceite al mirar detrás de las ruedas; si, al conducir, el volante vibra aunque el pavimento esté en buen estado; si se observan señales de desgaste irregular en los neumáticos; o si al frenar en seco el vehículo se hunde más hacia la parte frontal, se desvía hacia los lados o es difícil de controlar.
Es recomendable revisar el estado de los amortiguadores cada 20.000 kilómetros y sustituirlos a partir de los 80.000 kilómetros, momento en el que han perdido gran parte de sus prestaciones. Dependiendo del tipo de conducción y de las condiciones de la carretera, este kilometraje de referencia puede variar.
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